La Guerra Civil (1936-1939)

EL ESTALLIDO DEL CONFLICTO

Las tensiones y enfrentamientos que tuvieron lugar durante la II República entre las fuerzas conservadoras, que se oponían a las reformas políticas y sociales, y las fuerzas progresistas llegaron a su máxima expresión durante la etapa del Frente Popular. Ya desde el momento de su triunfo en las elecciones de febrero de 1936, un grupo de generales monárquicos y conservadores (José Sanjurjo, Emilio Mola, Francisco Franco ...), unidos en la UME (Unión Militar Española) y con la adhesión de amplios grupos de derecha (Falange, Renovación Española, Carlistas) iniciaron los contactos para conspirar contra la República. El coordinador de la conspiración en la Península era el general Mola, pero la sublevación se inició el 17 de julio en Melilla, bajo la dirección del general Franco, destinado en Canarias como medida de precaución por parte del gobierno republicano.

Entre el 18 y 19 de julio la sublevación se extendió por la Península. El golpe de estado triunfó en Canarias, Galicia, Castilla y León, Navarra, parte de Aragón y algunas ciudades de Andalucía. El alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y la izquierda tenían más peso: gran parte de Andalucía, Madrid, Cataluña, el Levante, Asturias, Cantabria y País Vasco, Castilla-La Mancha y Extremadura. 

El objetivo de la sublevación era implantar rápidamente un régimen autoritario que pusiese fin a las libertades democráticas y acabase con lo que se consideraba la amenaza revolucionaria de la izquierda. Sin embargo, el fracaso del alzamiento en buena parte de España provocó el estallido de la Guerra Civil. En ella se concretaron dos bandos en lucha:

-Los sublevados: militares conservadores, monárquicos, grupos católicos, falangistas, carlistas, y todos los que se oponían a las reformas de la República. También se denominaron “nacionales", por la defensa de la unidad de España, aunque diferían en algunas cuestiones: monarquía, república, régimen fascista, tradicionalista…

-Los republicanos: clases populares, como obreros, empleados y campesinado sin tierras, afiliados en su mayoría a las organizaciones obreras socialistas, anarquistas y comunistas, y pequeña burguesía,  que se identificada con los partidos reformistas.

Económicamente la República mantenía los principales centros industriales y las zonas de agricultura de exportación, así como la mayor parte de la flota y la aviación y las reservas del Banco de España. Pero los sublevados contaron con la importante ayuda de los aviones italianos y alemanes, que permitieron trasladar al ejército de África a la península en los primeros días del conflicto.

CONTEXTO INTERNACIONAL

La guerra adquirió desde el primer momento importancia en el contexto internacional. Aunque cabía esperar que las democracias europeas colaboraran con el gobierno legítimo de la República, tanto Francia como Inglaterra defendieron la idea de “no intervención”, dentro de una política de apaciguamiento en Europa para evitar el enfrentamiento con los regímenes fascistas. En agosto de 1936, había 27 países adheridos al Comité de No Intervención, entre ellos, Alemania e Italia, aunque estos países ayudaron desde el principio a los nacionales. Los rebeldes recibirán aviones, armamento y combatientes alemanes (Legión Cóndor) e italianos (Corpo Truppe Volontarie); también del Portugal de Salazar llegaron unos 20.000 voluntarios. Ante la actitud italo-germana respondió la U.R.S.S. ayudando a la República enviando material bélico, alimentos y personal, ayuda que fue pagada de las reservas de oro del Banco de España. También en su ayuda aparecieron las Brigadas Internacionales, formadas por intelectuales, políticos y sindicalistas de todas partes del mundo, que formaron un verdadero movimiento antifascista organizado por la Internacional Comunista. Unos 40.000 brigadistas participaron en la guerra.

Por otra parte, la actitud de la iglesia con respecto al conflicto fue clara: apostó desde el principio por los sublevados, y la jerarquía eclesiástica española  justificó la sublevación, a la que denominó cruzada.
  
EVOLUCIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA DE LOS DOS BANDOS
A) ZONA REPUBLICANA

Desplome del Estado
El gobierno republicano tardó en reaccionar. Casares Quiroga dimitió, y tras un intento de negociación con los sublevados (Martínez Barrio), Azaña nombró finalmente jefe del gobierno a José Giral, que decidió a armar a las milicias populares. Esto supuso un desplome del Estado y el funcionamiento en la zona republicana de comités,  juntas y consejos (Consejos regionales, Comité de milicias Antifascistas en Barcelona, etc.) controlados por los partidos y sindicatos obreros y que actuaban con independencia del gobierno de la república, dificultando el control y la dirección de la guerra. Estas organizaciones iniciaron en buena parte del territorio un proceso de revolución socio-económica, con colectivizaciones, organización de la retaguardia y represión de los sospechosos. El ejército tradicional se disolvió y se crearon batallones de voluntarios, integrados por milicias populares.

Gobierno de Largo Caballero
En septiembre de 1936, tras la dimisión de Giral, se crea un gobierno de concentración presidido por el socialista Largo Caballero.  En él tenían cabida todas las fuerzas leales a la República: socialistas, republicanos, comunistas e incluso anarcosindicalistas. Intentó recomponer el poder del Estado, reconociendo los Consejos Regionales y creando un Ejército Popular con las milicias y bajo un mando único. 

Ante la amenaza que sufría Madrid el gobierno se trasladó a Valencia en noviembre. El principal problema de este gobierno fue su enfrentamiento con comunistas y anarcosindicalistas, y el enfrentamiento a su vez entre estos dos últimos, ya que tenían dos visiones diferentes de la guerra: los comunistas preferían la organización y ganar primero la guerra antes de iniciar ningún proceso revolucionario, mientras que los anarquistas estaban realizando en paralelo a la guerra la colectivización de los medios de producción y se negaban a integrar sus milicias en el ejército regular. En choque entre esas dos posturas condujo a los hechos de mayo de 1937: el enfrentamiento armado en las calles de Barcelona entre CNT (anarquistas) y POUM (partido comunista no estalinista) por un lado, contra comunistas y socialistas, por otro. El resultado fue la derrota de los primeros, lo que produjo el fortalecimiento comunista dentro del gobierno y la ilegalización del POUM. Esto conllevó finalmente la dimisión de Largo Caballero, que no quería disolver el POUM.

Gobierno de Negrín
Azaña llamó al gobierno al socialista  Negrín, que junto con el ministro de Defensa Indalecio Prieto promovió una política de resistencia a ultranza a la vez que reorganizaba el Estado y frenaba la revolución. En este gobierno no estarían los sindicatos CNT ni UGT. 

El gobierno se ofreció para dialogar con el enemigo el fin del conflicto basándose en un programa de “Trece Puntos” basado en la firma de la paz salvaguardando la República y la democracia y convocando nuevas elecciones. Los sublevados no lo aceptaron y comunicaron que "sólo aceptarían una rendición sin condiciones". 

A partir de mayo del 38 la política de resistencia se vio minada por el desánimo que producía la carestía de productos y los reveses militares, aunque Negrín seguía insistiendo en resistir, ya que preveía el estallido de la guerra en Europa contra los fascistas, de lo que podría beneficiarse la España republicana. Contaba ya casi únicamente con la ayuda de los comunistas, aunque decretó la retirada de las brigadas internacionales para apaciguar a las democracias europeas. La pérdida de Cataluña en 1939 provocó el exilio de los gobiernos de la República, Cataluña y País Vasco y en breve la derrota frente a los sublevados. En marzo de 1939 el coronel Casado, junto con el socialista Besteiro y el apoyo de parte de la UGT, anarquistas y republicanos de izquierda,  se sublevó en Madrid contra el Gobierno de Negrín. Pretendía negociar una rendición con Franco que resultó imposible y el 1 de abril terminó oficialmente la guerra con la derrota del bando republicano.

B) ZONA SUBLEVADA

Aunque no tenían definido un tipo de gobierno determinado, consideraban necesario un tipo de dictadura y desde muy pronto se produjo una concentración de poderes. La muerte a inicios de la sublevación del general Sanjurjo planteó un problema en este sentido. Al principió la zona sublevada se gobernó por medio de una Junta de Defensa Nacional, creada en Burgos e integrada por los principales líderes golpistas (Mola, Franco, Queipo de Llano... Y con Cabanellas como presidente). Decretó la prohibición de la actividad de los partidos, las suspensión de la Constitución y la paralización de las reformas. En octubre Franco es nombrado jefe de todos los ejércitos con el título de Generalísimo y jefe del gobierno del estado. Asumía así poderes ilimitados tanto políticos como militares, se disolvía la Junta de Defensa y se creaba una Junta Técnica del Estado, con sede en Valladolid y Burgos. El cuartel del generalísimo se encontraba en Salamanca. 

Para reafirmar este mando único e incontestable y conseguir la uniformidad política se decretó la unificación (abril 1937) de los dos únicos partidos permitidos, Falange Española y de las JONS, y la Comunión Tradicionalista, siguiendo el ejemplo de los partidos únicos fascistas, y se le denominó Falange Española Tradicionalista de las JONS, cuyo jefe era Franco (J. Antonio Primo de Rivera había sido fusilado por los republicanos).

El nuevo modelo de estado era totalitario, y se basaba en el corporativismo fascista, con un fuerte conservadurismo y catolicismo. Todo ello unido a una durísima campaña de represión contra los vencidos. En enero de 1938 se culminó el proceso de creación del estado totalitario con la formación del primer gobierno de Franco, que concentraba todos los poderes, y en el que había militares y civiles, tanto falangistas, como monárquicos y tradicionalistas. Entre la nueva obra legislativa, se creó una Ley de Prensa e Imprenta, que estableció la censura, se abolieron los estatutos catalán y vasco, y se aprobó el Fuero del Trabajo, que establecía un modelo corporativo de sindicato único para trabajadores y empresarios y prohibía las huelgas. Se restableció la pena de muerte y la represión quedó legalmente concretada en la Ley de Responsabilidades Civiles (1939).

Dado el apoyo recibido de la Iglesia, hecho público en una Pastoral Colectiva, el nuevo Estado le devolvió sus prerrogativas y se declaraba confesional, eliminando matrimonio civil y divorcio, dando una asignación estatal al clero y otorgando a la Iglesia un gran papel en la educación y el ejército.

EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO BÉLICO

El avance hacia  Madrid (julio 1936-diciembre 1936)
El cruce del estrecho por las tropas sublevadas fue decisivo para consolidar posiciones en Andalucía y dominar en pocas semanas Extremadura. La toma de Madrid era una prioridad absoluta para los insurgentes. El plan consistía en la unión de las tropas del general Mola (llegadas desde el norte) y las de Franco (desde el sur). Las tropas de Mola fueron frenadas en Somosierra, mientras que  Franco prefirió desviarse hacia Toledo, donde el Alcázar resistía desde la sublevación, sitiado por fuerzas republicanas. La liberación del Alcázar fue un éxito propagandístico y personal de Franco, pero se perdió un tiempo decisivo para conquistar Madrid.

Al reanudar la ofensiva en noviembre, se encontró con una resistencia tenaz de las columnas de milicianos y las Brigadas Internacionales. El Gobierno republicano fue evacuado a Valencia y se creó una Junta de Defensa de Madrid (presidida por el general Miaja).

Paralelamente, en el norte, en octubre los nacionales liberaban Oviedo, que resistía el asedio republicano desde el inicio de la sublevación.

Las batallas en torno a Madrid y la toma del Norte (enero-noviembre 1937)
Ante el fracaso en la toma de Madrid, los franquistas intentaron una maniobra envolvente atacando por el río Jarama (febrero de 1937), que también fracasó. Los republicanos obtuvieron una resonante victoria sobre los italianos en Guadalajara, pero apenas la aprovecharon.

Durante este periodo, las ciudades de San SebastiánIrún y Málaga fueron ocupadas por las tropas sublevadas.
Ante la resistencia de Madrid, el ejército franquista dirigió sus objetivos hacia AsturiasCantabria y Vizcaya. Se trataba de zonas de gran valor económico por su riqueza siderometalúrgica y minera.

La ofensiva fue iniciada por Mola en marzo de 1937. En este frente, la Legión Cóndor alemana bombardeó la localidad vizcaína de Guernica el 26 de abril. En junio las tropas franquistas tomaron Bilbao y suprimieron la autonomía vasca.

Con el fin de dispersar las fuerzas franquistas, el ejército republicano, inició las contraofensivas de Brunete (julio, en las cercanías de Madrid) y Belchite (agosto, en Aragón).

En agosto de 1937 los franquistas -con presencia destacada de tropas italianas- tomaron la ciudad de Santander. Posteriormente completaron la ocupación de Asturias.
 

La lucha en el Este: la ruptura del territorio republicano (dic. 37-nov. 38)
A finales de 1937 la zona republicana estaba reducida a la franja oriental de España. En diciembre de 1937, el ejército republicano (al mando del General Rojo) tomó la iniciativa y conquistó la ciudad de Teruel. Franco la reconquistó en febrero de 1938 y avanzó hasta llegar al Mediterráneo en Vinaroz (Castellón), partiendo en dos la zona republicana en abril. Las tropas franquistas ocuparon también Lérida y el Estatuto de Cataluña fue derogado.

La respuesta republicana consistió en cruzar por sorpresa el río Ebro en julio. Comenzaba así la batalla del Ebro, el episodio más sangriento de la guerra por el número de bajas y la dureza de los combates. En noviembre, los republicanos se veían obligados a cruzar el río en sentido contrario.
El final de la guerra (dic. 1938-abr.1939)
En diciembre de 1938, Franco inició la ofensiva contra Cataluña. En enero de 1939 era ocupada Barcelona y se producía un enorme éxodo hacia Francia.

Tras el golpe de Estado de Casado contra la República y el rechazo de cualquier negociación, el 28 de marzo el ejército franquista entraba en Madrid. El 30 caía Alicante, última ciudad republicana, y el 1 de abril de 1939 terminaba oficialmente la guerra.
Fuente de todas las imágenes: blog Atlas Histórico epilatlashis.blogspot.com 

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL

La guerra había concluido, pero sus terribles consecuencias iban a estar presentes durante decenios en España. En primer lugar, la guerra dejó un terrible saldo de víctimas: muertos, heridos, mutilados, desaparecidos, etc. Decenas de miles de personas perdieron la vida en el conflicto, tanto soldados en el frente como civiles por los bombardeos, a lo que hay que sumar las penurias y la represión. Los recuentos estiman más de 600 000, más de 100 000 debido a la represión de los sublevados y unos 55 000 en la retaguardia republicana. Además se produjo un gran exilio al final de la guerra: cerca de medio millón de españoles, que entraron en Francia por la frontera catalana. Mientras, otros miles huían en barcos hacia el norte de África y otros destinos como la URSS y México.

En segundo lugar, la guerra arruinó al país: las infraestructuras y las comunicaciones se destruyeron, así como miles de viviendas afectadas por los bombardeos; la actividad económica se paralizó y la ayuda recibida por los "nacionales" debía ser pagada ahora, endeudando al país. Culturalmente se produjo también una gran pérdida de intelectuales y profesionales que, o bien fueron muertos o represaliados (destacan los casos Lorca, Miguel Hernández), o bien partieron al exilio (Alberti, María Zambrano, Severo Ochoa, Machado...).

Por último, la guerra rompió la frágil convivencia y el experimento democrático alumbrado por la Segunda República, y fue sustituido por una dictadura militar, de inspiración fascista, que se prolongará durante casi 40 años.

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