- Azaña: España ha dejado de ser católica
...Me refiero a esto que llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy político, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica; el problema político consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.
Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder de los límites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema político, de constitución del Estado, y es ahora precisamente cuando este problema pierde hasta las semejas de religión, de religiosidad, porque nuestro Estado, a diferencia del Estado antiguo, que tomaba sobre sí la curatela de las conciencias y daba medios de impulsar a las almas, incluso contra su voluntad, por el camino de su salvación, excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata simplemente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de establecer.
Discurso de Azaña en el Congreso. Octubre de 1931
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Cartel del bloque de la derecha catalana, en el que representa la escuela laica como origen de desórdenes sociales y se identificaba el "laicismo" con "anticlericalismo". |
- Declaración colectiva del Episcopado (20/12/31)
Los principios y preceptos constitucionales en materia de confesional no sólo no responden al mínimum de respeto a la libertad religiosa y de reconocimiento de los derechos de la Iglesia, sino que, inspirados por un criterio sectario, representan una verdadera oposición aun a aquellas mínimas exigencias. Más radicalmente todavía se ha cometido el grande y funesto error de excluir a la Iglesia de la vida pública y activa de la nación, de las leyes, de la educación de la juventud, de la misma sociedad doméstica, con grave menosprecio de sus derechos sagrados y de la conciencia cristiana del país, así como en daño manifiesto de la elevación espiritual de las costumbres y de las instituciones públicas. De semejante separación violenta e injusta, de tan absoluto laicismo de Estado, la Iglesia no puede dejar de lamentarse ni protestar.
Declaración colectiva del Episcopado Español el 20 de diciembre de 1931
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