La II República: bienio conservador y Frente Popular
TENSIONES SOCIALES Y POLÍTICAS DEL PRIMER BIENIO
Ante el reformismo progresista del primer bienio, las fuerzas conservadoras recurrieron al
tradicional método de la insurrección militar. El general Sanjurjo intentó un golpe de estado militar en Sevilla agosto de 1932. La
"Sanjurjada", mal preparada y con desigual apoyo en el
ejército, fracasó.
Pese al fracaso de
Sanjurjo, el gobierno republicano-socialista daba muestras de claro desgaste. En
medio de un clima de crisis
económica, y ante los escasos
resultados de las reformas, CNT y UGT se radicalizaron y propiciaron un clima
de agitación social. Los enfrentamientos entre huelguistas y la Guardia Civil
fueron frecuentes y a menudo violentos (Castilblanco, Arnedo1931). En ese
contexto, se produjeron los graves
incidentes de Casas Viejas, en los que la Guardia de Asalto sitió y mató a
un grupo de campesinos anarquistas. El escándalo consiguiente llevó al gobierno
a la decisión de convocar nuevas
elecciones en noviembre de 1933.
Para estas elecciones,
la derecha se había reorganizado.
Tres nuevos grupos se presentaron a los comicios:
•
La Confederación Española de Derechas
Autónomas (CEDA), dirigida por Gil
Robles, grupo mayoritario auspiciado por la Iglesia Católica y los
terratenientes.
•
Renovación Española,
dirigida por Calvo Sotelo, en
la que se agruparon los monárquicos.
•
Falange Española, la
versión española del fascismo, dirigida por Jose Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador.
Mientras la izquierda se
presentó fragmentada en múltiples grupos y los anarquistas promovieron la
abstención.
Las elecciones dieron
la victoria de los grupos
conservadores: la CEDA y el Partido Republicano Radical de Lerroux.
BIENIO CONSERVADOR
Ante la negativa de
entregar el gobierno a la CEDA por parte de Alcalá Zamora, será Lerroux el que asuma la jefatura, con el apoyo en las cortes de la CEDA. Este periodo se
caracterizará por la paralización de las reformas anteriores: vuelta de los
privilegios de la iglesia, paralización de la reforma agraria, amnistía para
los militares golpistas y paralización de los proyectos autonómicos, con un
claro enfrentamiento con el gobierno catalán.
La creciente tensión
entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre
de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda
como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en nuestro país como
había pasado en Italia y Alemania. La izquierda se radicalizó: PSOE (con gran peso del ala “caballerista”) y UGT, CNT, PCE, llamaron a
la huelga general contra
el gobierno. Estos sucesos son conocidos como la Revolución de Octubre. El
seguimiento en las distintas regiones fue muy desigual:
El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno
acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas.
En Barcelona, Companys, desde la presidencia de
la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz
independentista. La revuelta fue rápidamente reprimida por del Ejército, ya que la huelga general fracasó por falta de apoyo de la CNT.
Lo peor ocurrió en Asturias. Aquí la huelga general
triunfó y se convirtió en una verdadera revolución organizada
por la UGT y la CNT, integrados en la Alianza Obrera, a la que también se unieron los comunistas. Durante varios días ocuparon ayuntamientos y fábricas y atacaron cuarteles de la Guardia Civil e Iglesias. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a
optar por la represión más
brutal. La Legión, por sugerencia del general Franco, acabó con la insurrección.
El balance de la
Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos
muertos (más de 1000 revolucionarios), el doble de heridos, treinta mil
detenidos, entre ellos Companys, Azaña, que no había apoyado el
levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE como Prieto o Largo Caballero.
Tras estos sucesos la
actitud del gobierno se hizo más reaccionaria, pero tuvo que enfrentarse a
graves crisis debidas a los escándalos de miembros del partido radical, como el
caso del estraperlo (la concesión de permisos de un juego de ruleta trucado a
cambio de beneficios) que hicieron dimitir a Lerroux.
Ante esta situación,
Alcalá Zamora nombró jefe de gobierno al centrista Portela Valladares para que
convocara elecciones para febrero de 1936.
EL FRENTE POPULAR
Los republicanos de
centro e izquierda, los socialistas, los comunistas y los disidentes del POUM
acudieron a las elecciones unidos en una coalición denominada Frente Popular,
siguiendo el modelo propuesto por los partidos comunistas de la III
Internacional para hacer frente al auge de los fascismos. En su programa figuraban la vuelta a las reformas y la amnistía a los represaliados de 1934. La CNT, con muchos presos en la cárcel, no
pidió la abstención y apoyó de forma
tácita a la coalición de izquierdas.
Sin embargo la derecha no pudo conformar un único bloque, con varios partidos: el Bloque Nacional, con Renovación Española y los tradicionalista; la CEDA y Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, de J. A. Primo de Rivera y Onésimo Redondo.
Sin embargo la derecha no pudo conformar un único bloque, con varios partidos: el Bloque Nacional, con Renovación Española y los tradicionalista; la CEDA y Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, de J. A. Primo de Rivera y Onésimo Redondo.
La victoria fue para el
Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y
la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país.
Tras las elecciones, el
gobierno se formó con miembros de los partidos republicanos de izquierdas, y
sin participación de los socialistas. Alcalá Zamorá fue destituido (había
disuelto dos veces las cortes), siendo presidente de la República Manuel Azaña
(Izquierda Republicana) y jefe de Gobierno Casares Quiroga (ORGA)
El nuevo gabinete inició
rápidamente la acción reformista:
•
Amplia amnistía para todos los
represaliados tras octubre de 1934.
•
Restablecimiento
del Estatuto catalán.
•
Alejamiento de Madrid de los generales
más sospechosos de golpismo.Franco,
Mola y Goded fueron
destinados a Canarias, Navarra y Baleares.
•
Reanudación de
la reforma agraria. Esta medida
fue rápidamente desbordada por la acción de los jornaleros que se lanzaron a
la ocupación de fincas.
•
Tramitación de nuevos estatutos de autonomía.
Mientras, el ambiente
social era cada vez más tenso. UGT y CNT impulsaron la estrategia
revolucionaria, mientras que el Partido Comunista se mostraba más moderado;
la derecha buscaba de
forma evidente el fin del sistema democrático,
con claros mensajes de Calvo Sotelo y de Primo de Rivera. Desde el mes de abril
se sucedieron los enfrentamientos
violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas,
comunistas y anarquistas.
Mientras la conspiración militar contra el
gobierno del Frente Popular avanzaba a través de la Unión Militar Española, con
generales como Franco, Goded,
Fanjul, Varela... Emilio Mola, destinado en Pamplona, se
convirtió en el "director" del golpe. Muy pronto se iniciaron los
contactoscon Mussolini y Hitler.
El 12 de julio era asesinado por extremistas de
derecha un oficial de la Guardia de Asalto, teniente Castillo. La respuesta llegó la siguiente madrugada con el
asesinato de José Calvo
Sotelo por parte de un grupo de miembros de las fuerzas de seguridad.
El enfrentamiento era inevitable.
El gobierno de Casares
Quiroga, que no había decidido tomar medidas pese a las continuas advertencias
de las organizaciones obreras, vio como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra
el gobierno de la República. El triunfo parcial del
golpe desencadenó la guerra
civil.
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