La transición al capitalismo en el siglo XIX: industrialización y movimiento obrero

INDUSTRIALIZACIÓN ESPAÑOLA EN EL SIGLO XIX

En la España del siglo XIX, el proceso de industrialización sufrió un atraso relativo con respecto a los países en los que se inició la Revolución Industrial. A pesar del peso de la economía agraria, algunas regiones peninsulares dieron el paso hacia la industria moderna:
INDUSTRIA TEXTIL EN CATALUÑA
Los inicios de la actividad industrial se producen en Cataluña, ligados al sector textil algodonero. Los capitales provenientes de la agricultura y el comercio se invirtieron en la producción de indianas (tejidos estampados).
Desde el siglo XVIII se inicia la mecanización del hilado (Spinning Jenny, Mule Jenny), aunque el impulso inicial se vio frenado por la guerra de la Independencia y la pérdida de las colonias americanas. A partir de la década de 1830 se usa la máquina de vapor para el tejido (telares mecánicos de la fábrica Bonaplata), aunque fue mayor la mecanización en la hilaturas. 
La guerra de Secesión, en los años 60, interrumpió la fase de crecimiento al encarecer el precio del algodón, pero en la etapa de la Restauración se inicia una nueva fase de crecimiento, basada en la mecanización del tejido y el surgimiento de colonias industriales (energía hidráulica de los ríos).
La industria textil presentó ciertas dificultades: 
• Falta de carbón, por lo que necesitaba energía hidráulica
• Escasa demanda interna, por el bajo nivel de ingresos de la mayoría de la población. Por ello esta industria tenía una gran dependencia de medidas las proteccionistas del Estado.
Por estas razones el sector algodonero fue suficiente para una industrialización regional, impulsando otras industrias al servicio de la textil (metalúrgica, mecánica…), pero no fue suficiente para la industrialización del país.
MINERÍA Y SIDERURGIA
La explotación de las minas españolas se impulsa con la industrialización europea y la Ley de Minas de 1868 (gobierno provisional). Existían: plomo en Sierra Morena y SE peninsular, cobre en Huelva, Mercurio en Almadén, carbón en Asturias, hierro en Vizcaya... La explotación de minas cayó en manos de compañías extranjeras la mayoría de las veces, y se dedicó a la exportación.
La demanda de hierro aumentó debido a la mecanización agrícola e industrial y la construcción de ferrocarriles, impulsando la industria siderúrgica. Esta, aunque tuvo sus inicios en Andalucía (Marbella) en los años 20 del XIX, pronto entró en decadencia ante la falta de carbón mineral.
A partir de la década de 1860 tuvo una mayor incidencia la siderurgia de la cornisa cantábrica:
-Asturias hasta fines de la década de 1870, donde se aprovechaba el carbón de hulla asturiano.
-País Vasco, a partir de la década de 1870, donde existían minas de hierro de gran pureza y se importaba carbón de coque galés. Fueron los primeros en utilizar el convertidor Bessemer (Altos Hornos de Vizcaya).
DESEQUILIBRIOS REGIONALES
A remolque de los anteriores sectores industriales se desarrollaron otros como el metalúrgico y el químico. En otras regiones se desarrolló la industria agroalimentarias: harinas, aceite, vino, conservas…). Pero el crecimiento desarrollaron la economía española estuvo marcado por fuertes desequilibrios regionales, destacando por encima de la media Cataluña, País Vasco y Madrid por ser el principal centro de poder y residencia de las élites.

Industrialización española en el s. XIX (Vicens-Vives)

Fuente: Vicens-Vives

MOVIMIENTO OBRERO

ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO
Los orígenes del movimiento obrero se insertan en el contexto de la industrialización y se relacionan con las malas condiciones de vida, trabajo, salarios, etc.
La legislación liberal prohibía la asociación obrera, por lo que las primeras actuaciones fueron en la clandestinidad, como el ludismo. Este consistía en el destrozo y quema de los telares mecánicos, que eran vistos como una amenaza tanto por los artesanos como por los trabajadores industriales (Alcoy 1821, Barcelona 1835).
Pronto se crearon Sociedades de Protección Mutua, en las que los trabajadores aportaban una cuota con la que sostenían cajas de resistencia para pagar salarios en caso de enfermedad, despido o huelga. La primera fue la Sociedad de Protección Mutua de Tejedores de Barcelona. Pronto se extendieron y sus reivindicaciones se centraron en  los salarios y horarios, destacando la primera huelga general durante el Bienio Progresista (1855), que pedía también la libertad de asociación.
REVUELTAS AGRARIAS 
En el campo también fueron constantes las revueltas, ya que, con la privatización de las tierras durante las desamortizaciones, fue aumentando el número de campesinos asalariados sin tierras y que vivían en el límite de la subsistencia. Fueron frecuentes las quemas de cosechas, matanzas de ganado y ocupaciones de tierras, quemándose los registros notariales. El problema se vio agravado con la desamortización de las tierras comunales en el bienio progresista. Las insurrección es fueron duramente reprimidas por el ejército y la Guardia Civil (1857 en Utrera y el Arahal, 1861 en Loja). Estas reivindicaciones fueron apoyadas por el republicanismo.
PRIMERAS IDEOLOGÍAS OBRERAS
Los primeros en apoyar las demandas de los trabajadores fueron los partidos demócrata y republicano, que defendían el sufragio universal, el derecho de asociación y reformas sociales.
Existieron también algunos experimentos sociales, como el socialismo utópico , que proponía organizar sociedades igualitarias, con propiedad colectiva y reparto de los beneficios. El principal ejemplo serían los fourieristas, que dirigidos por Joaquín Abreu, proponían la creación de falansterios, comunidades igualitarias y autosuficientes.
LAS IDEAS DE LA I INTERNACIONAL: ANARQUISTAS Y MARXISTAS
Durante el Sexenio muchas de las aspiraciones de la clase trabajadora se vieron defraudadas, por lo que surgieron nuevas ideologías. El triunfo de la revolución del 68 permitió la llegada de ideas anarquistas y socialistas y que se formaran los primeros núcleos asociados a la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores, 1864). 
El anarquismo se difundió de la mano del italiano Fanelli. Así,  en el primer congreso de la Federación Regional Española de la AIT en Barcelona, los afiliados se decantaron por el apoliticismos, se definió la huelga como método de actuación y la necesidad de la revolución por medio de la acción directa contra el capitalismo.
Más tarde llegó a España Paul Lafargue, yerno de Marx, que impulsó las posiciones marxistas, creando un nuevo grupo en el que se defendía la necesidad de la participación política de la clase obrera (Pablo Iglesias, F. Mora…). Este grupo, con origen en Madrid, fue expulsado de la FRE (mayoritariamente anarquista).
El levantamiento de la Comuna de París (1871) así como la participación de grupos bakuninistas (anarquistas) en los levantamientos cantonales de 1873 llevaron a que durante el reinado de Amadeo I y tras el golpe de Pavía y el gobierno de Serrano se produjera la prohibición de la Internacional en España, obligando a las organizaciones marxistas y anarquista a actuar en la clandestinidad.
MOVIMIENTO OBRERO DURANTE LA RESTAURACIÓN 
Durante la Restauración, los socialistas propugnaron la creación de un partido de la clase obrera, creando la Agrupación Socialista Madrileña expulsada de la FRE el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879 y en 1888 la Unión General de Trabajadores (UGT) que la negociación política con la movilización de los obreros en huelgas. Sus zonas de mayor influencia fueron Asturias, País Vasco y Madrid. El PSOE consiguió con la apertura del libertades políticas (asociación, sufragio) concejales en varios ayuntamientos y en 1910 obtuvo su primer diputado a Cortes (Pablo Iglesias).
Las corrientes anarquistas se mantuvieron en la clandestinidad hasta 1881 que crearon la Federación de Trabajadores de la Región Española, de gran implantación en Andalucía y Cataluña y que optó por la acción sindical. Sus reivindicaciones fueron duramente reprimidas (sucesos de la Mano Negra) y una minoría optó por la “propaganda por el hecho” o acción directa contra el Estado, patronos e Iglesia, realizando campañas de atentados (Alfonso XII, Martínez Campos, Teatro del Liceo, Cánovas del Castillo…).

DOCUMENTOS

Actas del Primer Congreso de la Federación Regional Española de la AIT

Hemos dicho que somos internacionales; que deseamos la abolición de la propiedad individual; que deseamos que los instrumentos del trabajo pertenezcan a las sociedades obreras y que deseamos la abolición del derecho de herencia; no debemos ser de ningún partido político, y si lo, a vosotros todos delegados pregunto: ¿Sabéis de algún partido político que haya dicho que aceptaba las ideas de la Internacional? Pues sí lo aceptan nuestras ideas, ¿con qué derecho pretenden que vayamos a ayudarlos? (...)

Actas del Congreso Obrero de Barcelona, 1870.

Manifiesto de la FRE de la AIT ante la propuesta de ilegalizar la organización (pág. 201)
Hasta hoy la Internacional en España ha querido vivir en paz con los poderes constituidos; es más lo quiere aún, y por eso intentaremos el último esfuerzo apelando al poderes constituidos judicial de los abusos cometidos por el ejecutivo. (…)

En tanto que esta llega, y para que se sepa lo que hemos hecho y lo que queremos hacer, y se vea además la ligereza e injusticia con que se nos trata, diremos cuáles son nuestras aspiraciones:
Nosotros queremos que se realice la justicia en todas las relaciones humanas. Queremos la abolición de todas las clases (…). Queremos que sea el trabajo la base sobre la que descanse la sociedad (…). Queremos la enseñanza integral para todos los individuos de ambos sexos (…).
Creemos que solo con la práctica de las fórmulas colectivistas pueden armonizarse  la libertad y la igualdad.

Manifiesto de la FRE de la AIT, 11 de febrero de 1872

Protesta de los delegados del II Congreso de la  Federación Regional Española de la AIT
Los firmantes, delegados por las federaciones locales de la región española de la Asociación Internacional de Trabajadores, para constituir en Zaragoza el segundo Congreso obrero de la región.
PROTESTAN solemnemente en nombre de todos los trabajadores asociados en España, y a la faz del mundo, del brutal y escandaloso atropello de que han sido víctimas.
Dos días después de celebrarse con toda libertad las elecciones para el Congreso burgués, donde han de debatirse las contiendas de nuestros explotadores, esos mismos explotadores, no contentos con el despojo, apelan a la represión y a la violencia, atropellando las mismas leyes que han hecho, disuelven por la fuerza bruta el Congreso obrero donde debían tratarse las cuestiones relativas al trabajo y la organización de los Trabajadores.
En el primero, es decir, en las Cortes o Congreso de los Diputados, va a organizarse la expoliación y reglamentarse la injusticia. En el segundo, además de los asuntos de la Asociación, tenían que estudiarse los problemas económico-sociales que agitan y preocupan a todos los hombres de conciencia (…).
Trabajadores, agrupémonos; organicemos nuestras huestes, templemos nuestras armas y preparemos para una lucha más o menos próxima.
¡Abajo los privilegios!
¡Abajo la explotación del hombre por el hombre!
¡Abajo la tiranía!
¡Viva la Asociación Internacional de Trabajadores! 

Congreso de la FRE de la AIT, Zaragoza, 8 de abril de 1872.

Manifiesto fundacional del PSOE
Considerando que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la burguesía, que poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clases dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada. Que la sujeción económica del proletariado es la causa primaria de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política. Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el Poder político, del cual se vale para dominar al proletariado. Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que las produce […], el Partido Socialista declara que tiene por aspiración:
Primero: La posesión del poder político por la clase trabajadora.
Segundo: La transformación de la propiedad intelectual o corporativa de los instrumentos de trabajo (la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, etc…) en propiedad común de la sociedad entera […].
En suma, el ideal del Partido Socialista es la completa emancipación de la clase trabajadora. Es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales. 

Manifiesto fundacional del Partido Socialista Obrero Español (20 de Julio de 1879).


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