El Islam en la Península Ibérica: al-Andalus
TEXTO: LOS ÁRABES OCUPAN LA PENÍNSULA
La conquista del norte de África, sin la cual no puede entenderse la de la Península, fue empresa larga y difícil. Las primeras campañas musulmanas se inician hacia el año 647, aunque se trata de simples expediciones en busca de botín y carecen de continuidad. Los primeros resultados se consiguen hacia el año 670 con la creación de la ciudad-campamento de Cairuán (Túnez), desde la que se organizan las campañas que llevarán a los árabes hasta el Atlántico y les permitirán controlar de modo definitivo el norte de África entre los años 705 y 708.
La ocupación de los núcleos urbanos y de las zonas habitadas por poblaciones sedentarias ofreció relativamente pocas dificultades, pero el dominio de estas comarcas del litoral no era suficiente si no
se ponía límite a los continuos ataques de los nómadas del Sáhara, que ya habían obligado, en época romana, a un repliegue del limes, de la frontera, y habían creado dificultades a vándalos y bizantinos.
Musa ibn Nusayr seguirá en esta zona la política empleada con éxito por el califa Abu Baqr con las tribus de beduinos de Arabia: los beréberes serán incorporados al ejército y se ofrecerá una salida a
su belicosidad lanzándolos sobre la Península, del mismo modo que la conquista de Siria había permitido a los primeros califas librarse del peligro beduino.
La descomposición interna del reino visigodo explica en gran parte el éxito de las expediciones musulmanas en las que numerosas crónicas conceden un papel decisivo a un personaje conocido como el conde don Julián, al que unos hacen jefe de una tribu beréber dedicada al comercio, lo que le habría puesto en contacto con los visigodos, mientras que otros lo consideran un noble de origen godo, gobernador de Ceuta, que anima a los musulmanes a entrar en la Península para vengar la afrenta causada a su hija por un rey que para unos es Vitiza y para otros Rodrigo. El conocimiento de la historia del islam puede ayudarnos a comprender el papel desempeñado por este personaje rodeado de leyendas. Igual que habían hecho en otros territorios, en el norte de África los musulmanes respetaron los derechos y la posición privilegiada de la nobleza local que se mostró dispuesta a colaborar, y Julián pudo ser uno de estos dirigentes norteafricanos que por conveniencia propia o forzado por las circunstancias puso a disposición de los musulmanes los barcos y la experiencia naval de la población de la costa, con cuya colaboración se produjo en el año 710 el primer desembarco de reconocimiento dirigido por el beréber Tarif ibn Malluk.
El éxito de esta campaña animó a Musa, gobernador del norte de África, a enviar una nueva expedición cuyo mando confió a su liberto Tariq ibn Ziyad, al que nadie opuso resistencia en los primeros momentos por hallarse Rodrigo combatiendo a los vascones. Es posible que durante el tiempo trascurrido entre el desembarco en Gibraltar, en el mes de mayo del 711, y la llegada de Rodrigo al sur, en julio, los musulmanes entraran en contacto con los partidarios de Vitiza, que, al iniciarse el combate, abandonaron al monarca y con su defección facilitaron la victoria musulmana en la batalla de Guadalete, Barbate o Guadarranque, pues no hay acuerdo sobre el nombre del río en cuyas orillas se dio la batalla. Desde aquí, Tariq avanzó sobre Toledo, que capituló sin ofrecer resistencia.
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